Los 8 premolares

Estamos en aquellos dientes que contienen memorias de emociones, reacciones emocionales y sentimientos, asociados a pensamientos generados a partir de las mismas.

El primer premolar corresponde a memorias relacionadas con el sentido de ser amado por papá y mamá, ese acuerdo o aprobación percibida o no por el niño de parte de sus padres acerca del hecho de existir. No está almacenado en forma de palabras sino de gestos, actitudes, miradas, mimos, risas sinceras, juego disfrutado juntos, etc. Tienen el aroma del perdón y de la clemencia, bases de la confianza en la vida y en el cielo, cualquiera sea la religión en que se crea, aquella seguridad o fe que nos permite arriesgarnos a vivir y a caer para luego volver a ponernos de pie.

El segundo premolar visibiliza los conceptos (y sus reacciones emocionales) surgidos de la comparación de memorias de vivencias, o mejor dicho de los sentimientos y pensamientos asociados a ellas. Todo ocurre en una fracción de segundo a nivel inconsciente, pero si el resutado de esa comparación es negativo, generará un sufrimiento, que si no es detectado por la conciencia y nombrado para ser comprendido, permanecerá latente esperando un estímulo exterior que lo recuerde y lo sane. Se trata de todas las memorias que contienen la noción de un acuerdo roto, aún cuando era nuestro legítimo derecho el objeto de ese acuerdo. Vivencias con la idea de engaño, injusticia, decepción, traición, celos, frustración detonan el conflicto.

Y cómo llega nuestro inconsciente a esas conclusiones? Es el ego el responsable de medir, cuantificar, comparar, evaluar, juzgar y también el responsable de sufrir. Sabemos que desde el nacimiento a los 4-5 años sólo amamos, pero a medida que crecemos, se va desarrollando en nuestra psique una función mental llamada ego, y paralelamente nuestro ser se va desconectando de su corazón, donde reside el vacío existencial representado por una pregunta que nos acompaña durante toda nuestra vida y nos provee el impulso vital para buscar responderla: QUIÉN SOY? Si nos dejamos confundir por nuestro ego, encontraremos esa identidad en nuestro cuerpo, en lo que hacemos, en lo que se espera de nosotros, en nuestras posesiones, en nuestro nivel social… los cuales nunca son perfectos para el ego, e intenta desesperadamente arreglar esos defectos y siempre “ser” un poco más. Por fortuna, los dientes nos hacen ver que ese vacío no se llena desde afuera, y nos recuerda que quienes somos no es algo a alcanzar, sino que siempre estuvo dentro de cada uno de nosotros.

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