Los 8 incisivos
El registro de la identidad de una persona se puede reflejar en los 4 incisivos superiores, “de quién soy y de dónde vengo”, con sus numerosos conflictos asociados al apellido y a quién decimos ser ante el mundo (nuestra imagen o carta de presentación). Mientras que los 4 inferiores representan a nosotros mismos de pie en la tierra, actuando, viviendo, relacionándonos. Es así entonces que van surgiendo conflictos, con eco en los que vivieron a su vez nuestros padres y ancestros, dejando su firma emocional en estos dientes.
Nos vamos forjando una identidad sin saberlo desde que nacemos, cuando una pregunta inconsciente marca nuestra dirección de vida: “¿quién soy?” A lo largo del tiempo, nuestro ego busca darle respuesta, y lo hace a través de las miradas, gestos, palabras, tonos de voz, sonidos de las personas con las que nos relacionamos, que desde el inicio de la vida son mamá y papá, con su función de madre y de padre. Con el correr de los años, entran en escena otras personas que tendrán a su vez un valor para nuestro inconsciente equivalente a dichas funciones. Y así se va conformando nuestra identidad, con datos que nos devuelve el otro, totalmente subjetivos y nos convertimos en quieres creemos que los demás creen que somos o en quienes deberíamos ser según los demás. Nada más lejos de nuestra verdadera esencia, del alma que somos.
En estos 8 dientes vemos la relación con nuestro padre, con un jefe o un guía, con un dominante, una autoridad, nuestra nacionalidad, nuestro ego, nuestro dios y además con nuestra madre, nuestra tierra/país, nuestro origen, nuestra fuente de vida, nuestro cuerpo y nuestro hogar. Todo eso y más muestra nuestra sonrisa…